sábado, 3 de octubre de 2015

Domingo XXVII del tiempo ordinario – Ciclo B (Marcos 10, 2-16) – 4 de octubre de 2015

Marcos 10:2-16

Algunos fariseos se acercaron a Jesús y, para tenderle una trampa, le preguntaron si al esposo le está permitido divorciarse de su esposa. Él les contestó:
—¿Qué les mandó a ustedes Moisés?
Dijeron:
—Moisés permitió divorciarse de la esposa dándole un certificado de divorcio.
Entonces Jesús les dijo:
—Moisés les dio ese mandato por lo tercos que son ustedes. Pero en el principio de la creación, “Dios los creó hombre y mujer. Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su esposa,y los dos serán como una sola persona.” Así que ya no son dos, sino uno solo. De modo que el hombre no debe separar lo que Dios ha unido.
10 Cuando ya estaban en casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre este asunto. 11 Jesús les dijo:
—El que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera; 12 y si la mujer deja a su esposo y se casa con otro, también comete adulterio.
13 Llevaron unos niños a Jesús, para que los tocara; pero los discípulos comenzaron a reprender a quienes los llevaban. 14 Jesús, viendo esto, se enojó y les dijo:
—Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos. 15 Les aseguro que el que no acepta el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
16 Y tomó en sus brazos a los niños, y los bendijo poniendo las manos sobre ellos.
Reflexiones:
   Hermann Rodriguez, sj. (leer)
   José Antonio Pagola (leer)

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